Lin Cortés, la revolución puede esperar

A ratos los cronistas musicales nos desesperamos porque nos encontramos talentos que merecen ser escuchados por encima de la media. Ves un diamante y quieres compartirlo y decides -como en los Blues Brothers- que estás en una “misión de dios” y que escribir sobre música es el oficio más elevado al que puede aspirar un ser humano.

Un día conté que a Prince le hubiera gustado grabar “Gipsy evolution”, el primer álbum de Lin Cortés. Entonces nadie me creyó y lo que es peor, los conocidos de Lin vieron la oportunidad de bromear sobre el asunto. Luego Prince se murió y llegué a la conclusión de que si Prince hubiera grabado ese disco estaría vivo y bien, y además sería una leyenda en España.

No sé si en el futuro podremos aspirar a que nos trasplanten esa parte del cerebro donde residen los pensamientos caducos, “viejunos” y repugnantes que se alimentan -desde fuera- con la basura de la tele y -desde dentro- desde la parte chunga de la vida. Esa parte que detestamos de nosotros mismos y que nos impiden ser más guapos, más ricos y más famosos. (Vaya, igual no era eso). Total que odio al tipo ese que se queja de que “todo es una mierda” y que cuando le cuentas las maravillas a su alcance te dice que “la mierda es no haber descubierto por sí mismo las cosas que a mí me merecen la pena”. Dimito como “influencer”.

Aparece Lin Cortés sobre el escenario y canta una a solas, luego aparece toda la banda y se sientan en media luna (como con Paco de Lucía) en el extremo izquierdo la batería de David Bao, Josue Ronkio al bajo, la guitarra eléctrica de Juanma Montoya y por la derecha, el teclado de Tony Romero, el saxo midi y la flauta de Agustín Carrillo y los coros y el compás de Anahis Martín y Danira Martín. El caso es que los tres primeros forman parte de LaBudú (y también de Hijos del Agobio, el grupo de Josemi Carmona) y como casualmente estaba Pastora Andrades, Lin cedió su banqueta para que hicieran rythm&blues con sabor flamenco.

“Mi vida es una duda” canta Lin que vive en encrucijadas metafísicas entre el flamenco y el rock, no sabe si ponerse de pié o sentarse, reivindicar el funky o tocar por bulerías. Si Prince hubiera grabado “Gipsy Evolution” tendríamos todo eso resuelto y Lin sería una copia aceptable de Prince. Canta una canción hecha con frases de Frida Khalo de su disco “Indomable” y llegas a la conclusión de que sólo hay una persona en el mundo capaz de hacer creíble esa canción. El cantante avisa a Toni Romero de que hay un nuevo cambio en el repertorio. “Nos tiramos al barro” dice y el teclista dibuja las armonías de “Angel Negro” una de las grandes canciones de lo que llevamos de siglo y que va mereciendo ser grabada con la nueva versión que realiza en directo. La original fue inmortalizada con las colaboraciones de La Negra y Estrella Morente y sus voces se quedaron impregnadas a la canción de forma que en directo exigía que los cantantes de turno imitaran voces que son inimitables. Así escuchamos a Sandra Carrasco cantando por La Negra -una vez-, porque en la siguiente oportunidad Sandra se inventó una canción en la prueba de sonido y la estrenó en el éxtasis de la gira de Lin con Jorge Pardo en la que compartían banda e improvisaciones. Aquellos conciertos deslumbrantes nunca fueron escuchados ni por “indies” ni por “modernos” de ninguna clase ni del flamenco, ni del pop, ni del jazz, ni del funky que prefieren hablar sobre Prince que del tipo de la vuelta de la esquina.

“A ver si vuelven a pinchar funky en los bares” dijo el sobrino de El Pele con aire de haberse quedado a gusto. Como a su tío, le gusta llevar la intensidad al límite y cuando le pidieron “El reloj” puso cara de ya veremos y la interpretó tres canciones después. Esa canción suena como si los Pink Floyd se hubieran puesto de “tripis” y de flamenco hasta las cejas en la época en la que les sentaban bien las drogas.

Yo, me conformo con poco. Prefiero ir a Vallecas Villa, que verlo triunfar en el palacio de los deportes de Goya. La revolución puede esperar. Y me encantaría que ocurriera (la revolución) porque uno quiere mantener la fe en los seres humanos (o en la ciencia). Lin anunció que con “Novia moderna”, de su tercer disco “Gitanerías”, se acababa el show… y te vas a casa con un montón de música en la cabeza, a pesar del frío y de perder el tren de cercanías.

Fuente: deflamenco.com

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